viernes, 23 de marzo de 2012

Acaricio al fuego que duele en nuestros cuerpos
y bebo tu recuerdo cuando el atardecer enmudece.

Escribo en tu piel con mi sangre
para que mi memoria viva en vos.

Habito en las huellas que inventan tus pies desnudos
y en el río se refleja el paisaje de tu cuerpo dormido.

El eco de tu voz me nombra entre sombras y mis deseos pueblan tu vientre de respuestas.

Construyo mi jardin en tu mente y me envuelvo en el resplandor de tu desnudez.

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