Volver a escuchar tus ojos cuando te ríes y acariciarnos en los besos que nos deja la madrugada cuando la pasión es nuestro único alimento.
Esperarte entre la niebla, confundirme en su blancuzca materia, y encontrarte en el rocio que moja las rosas que no se marchitan.
Voy a ser para tu cuerpo una túnica con los lirios del campo para que no te toque la melancolía.
Volverás a mi
entre risas,
con la lluvia del verano,
cuando los reyes dicten huelga de besos
en los jardines del deseo.
HC.
domingo, 12 de junio de 2011
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