sábado, 28 de mayo de 2011

Tu

Ahora la pasión salvaje
tus manos calladas acariciando
los gritos de las heridas de mi alma

Tu piel es un credo inefable
que aprendí dormido entre tus pechos.

Tu voz, la música de mi alma,
del claro, de la aurora,
tu voz ilumina mi vida con la fuerza de un manantial de agua clara.

Tu memoria es el alcázar de mi fe y esperanza
Tu muerte es un descuido de mi eternidad
Tu hastío es la confusión de todos mis dilemas
Tus huesos, la prisión sin rejas que habito en silencio cuando tu ausencia
es la víspera de nuestros atardeceres caminando a orillas del mar.
H.C.

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